Aerogeneradores sin hélices

MOLINOS

  •  Esperan producir la primera unidad en 2016 con apoyo de Repsol y 12 inversores
  • Genera electricidad al pasar el aire por un cono y mover el mástil

Las grandes extensiones de terreno plagadas de molinos eólicos con grandes aspas pueden tener fecha de caducidad si sale adelante el proyecto en el que desde hace tres años trabaja un grupo de siete personas, para diseñar un aerogenerador sin aspas. Realizará las mismas funciones que uno convencional, pero con un ahorro considerable de costes, ya que tanto su mantenimiento como su instalación resultan mucho más baratos. Además, reduce el impacto medioambiental y elimina el ruido.

Todas estas ventajas son destacadas por el ingeniero David Yáñez, involucrado en esta aventura junto a otros cinco compañeros más que trabajan entre Ávila y el Centro Tecnológico de Repsol en Móstoles (Madrid). Los otros dos socios mayoritarios impulsores del proyecto son Raúl Martín y David Suriol.

En Ávila tienen un pequeño túnel de viento en el que testan los prototipos y prueban en el cercano municipio de Gotarrendura, cuyo alcalde, Fernando Martín, es un convencido de las energías limpias.

Realizan la misma función que el convencional pero con ahorro de costes, sin tanto impacto ambiental y sin generar ruido

Este ingeniero industrial de la Universidad de Valladolid deja claro desde el primer momento que el «fin último» consiste en «competir con la energía eólica tradicional» a partir de un proyecto pionero que puede suponer un ahorro medio de en torno a 50%.

Pese a que la función es la misma que la de los molinos con aspas, la metodología es totalmente distinta, ya que los nuevos ‘molinos’ parten de una estructura cónica de unos 12,5 metros de alto, que absorbe la energía del viento a partir de los remolinos que ella misma genera con la acción del aire cuando la hace vibrar.

Para explicarlo gráficamente, sería algo parecido a la acción del viento sobre una persona con melena. Las ondulaciones del pelo serían los remolinos o vórtices de Von Karman que genera el viento tras acariciar la cara, que sería la que absorbería la energía generada por la oscilación, en este caso, del mástil.

Se trata de un efecto que en ocasiones ha provocado graves problemas en grandes obras de ingeniería como el puente estadounidense de «Tacoma Narrows», que se vino abajo en 1940 tras un colapso estructural provocado por la confluencia de la frecuencia natural de la oscilación del puente y la de los remolinos.

Lo que en aquella ocasión fue un problema, en este caso ha sido aprovechado para este salto tecnológico que pretende absorber la energía del aire a partir de una estructura que consta de una especie de mástil que comenzó teniendo el aspecto de un bate de béisbol y ahora parece más estilizado con una forma más cónica. Su ventaja sobre los aerogeneradores actuales consiste en que «absorbe mejor la energía» y no necesita ser orientado porque «siempre lo está». Una vez diseñado un dispositivo «lo suficientemente bueno» para el fin que se busca, llegó el momento de centrarse en «cómo variar la frecuencia de oscilación» del mástil «en función de la velocidad del viento».

Dado que el sistema no tiene ni engranajes, ni rodamientos, ni elementos mecánicos que propicien un desgaste como consecuencia del rozamiento, los ingenieros consiguieron un pequeño dispositivo situado de la mitad para abajo del prototipo, cuyo funcionamiento se basa fundamentalmente en la acción de los imanes.

Recreación virtual de un parque de aerogeneradores sin hélices.

De esta manera se cuenta con un mecanismo que se ajusta de manera natural a la velocidad del viento, no produce desgaste en la estructura y produce un ahorro de los 300 litros de aceite que cada año necesita un aerogenerador tradicional.

Este proyecto de aerogenerador, que «no puede ser más simple» según David Yáñez, se encuentra inmerso en su tercera y definitiva fase, de manera que a principios de 2016 pueda estar lista la primera unidad de molino eólico sin aspas, gracias al apoyo inicial de Repsol y en la actualidad de doce inversores privados. Las pruebas finales podrían ser realizadas en Soria, antes de que estos nuevos ‘molinos’ salgan al mercado con un coste aproximado de 5.500 euros.

 Fte. ANTONIO GARCÍA Ávila (EL MUNDO)

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